El cheque al portador está ideado para que cualquier persona que lo tenga en su poder pueda cobrarlo. Se trata de uno de los tipos más comunes, pero a la vez uno de los más peligrosos ya que, si se pierde, puede ser cobrado por cualquiera que lo encuentre.

Los cheques nominativos, expedidos a una persona o empresa, pueden ser cobrados por un tercero siempre que el cobrador original lo endose y solamente si se incluye la cláusula “a la orden”, que indica expresamente que ese cheque se puede endosar.

Un cheque cruzado es aquel en el que, mediante la inclusión de dos barras paralelas en su cara interior, se especifica que solo puede ser cobrado en cuenta. Si eres cliente de la entidad pagadora, si podrás cobrarlo en efectivo. Esta fórmula permite identificar siempre a la persona que cobra el cheque.

El cheque conformado es aquel en el que la entidad pagadora asegura su cobro reteniendo a quien lo expide la cantidad acordada más los intereses. Es un método que asegura que el cheque tiene fondos y es común que se exija por parte de algunos acreedores.

Los cheques en ventanilla son simplemente un recibo que indica que el cliente ha recibido dinero en efectivo de su cuenta bancaria desde la ventanilla de la entidad.

Para endosar un cheque y que pueda ser cobrado por una tercera persona, es necesario escribir su nombre y apellidos en el reverso del cheque y firmarlo. Pueden incluirse otros datos como el DNI.

Como es posible que haya confusiones a la hora de leer la cifra indicada en un cheque, es necesario escribir el importe tanto en número como en letra, de modo que, si hay confusión, prevalecerá el importe escrito en letra.

Según lo establecido por la Ley Cambiaria y del Cheque, el plazo para cobrar un cheque para los emitidos y pagaderos en España es de 15 días desde su fecha de emisión. Pasado este plazo la entidad puede aún pagar el cheque, salvo que este haya sido revocado.