Los depósitos bancarios son una de las modalidades más seguras para hacer crecer tu dinero. Dado que el riesgo es bajo, la rentabilidad no suele ser demasiado alta, pero es una inversión segura que te dará beneficios a largo plazo.

La mayor diferencia entre una y otra es que con el depósito a plazo fijo no podrás acceder al dinero depositado hasta pasado un plazo concreto marcado por el contrato. Ambos productos tienen un riesgo mínimo y una rentabilidad similar, aunque algo más elevada en el caso de los depósitos a plazo fijo.

En el caso de que el ahorrador decida reclamar su dinero antes de que finalice el contrato, tendrá que hacer frente a una penalización, normalmente reflejada en el contrato, que afectará a la rentabilidad del depósito.

Cuanto más tiempo tengamos nuestro dinero en el depósito, mayor rentabilidad lograremos, pero hay que tener en cuenta que el dinero que obtengamos generará unos impuestos a pagar ante Hacienda. Así mismo, si hacemos un depósito mayor estaremos obteniendo mayores beneficios, puesto que la retribución será proporcional.

Las entidades que pueden ofrecer servicios de depósito son las cajas de ahorros, los bancos y las llamadas cooperativas de crédito, todas ellas supervisados por el Banco de España.

Aunque todos los datos son interesantes para establecer una comparativa entre ofertas, debemos prestar atención al TAE (Tasa Anual Equivalente) que incluye las comisiones y otros gastos derivados, además del tipo de interés del depósito.

Según el Banco de España, los depósitos estructurados tienen un rendimiento (total o parcial) vinculado a la evolución de un determinado índice o referencia variable, bursátil o no. El banco tiene la obligación de informar al cliente sobre las condiciones de estos depósitos además de otros datos como una estimación del TAE, el riesgo de que no se produzca una remuneración o que sea inferior a la ofrecida por la entidad y el coste de cancelación del depósito, si lo hay.

En España, la cantidad máxima protegida por el fondo de garantía de depósitos es de 100.000 €. Este sistema evita que los ahorradores pierdan su dinero si la entidad financiera sufre una quiebra u otro tipo de dificultad para devolver el depósito. Está financiado por los bancos, cajas de ahorro y cooperativas de crédito.