Frecuentemente se confunde con la piel mixta, ya que ésta es en parte seca y en parte grasa. Pero es un error: el cutis normal no es ni graso ni seco; es suave al tacto y muy luminoso a la vista. Carece de escamas e impurezas y generalmente no tiene arrugas.
Tratamiento básico:El objetivo es mantener y conservar el frágil equilibrio de hidratación y sebo. Se deben elegir hidratantes ligeros que preserven su elasticidad y la protejan de agresiones externas como los cambios bruscos de temperatura, la contaminación o el sol. Debes desmaquillarte a diario y exfoliarte cada semana.

Este tipo de piel tiende a ser áspera, escamosa y enrojecida. Esto es debido a que no hay suficiente aceite y agua en las distintas capas de la piel a causa de la deshidratación, mala alimentación, calor o frío.

Tratamiento básico: utiliza una crema humectante y un humidificador para aliviar la resequedad. Lleva una alimentación balanceada, evitando el alcohol y la cafeína.

Es la piel cuya producción de sebo está desajustada; suele haber un exceso de grasa en las zonas centrales del rostro, dándoles un aspecto brilloso.

Tratamiento básico: Lava tu cara con agua y un jabón neutro. Aplica una mascarilla exfoliante y posteriormente aplica una crema hidratante especial para tu piel.

Este tipo combina dos tipos de piel: normal-seca y grasa. Tiene un aspecto brillante y normalmente desarrolla impurezas en la zona T (frente, nariz y barbilla).

Tratamiento básico: limpia tu piel dos veces al día con agua tibia y un gel de limpieza suave para eliminar el exceso de grasa. Utiliza mascarillas con partículas de exfoliación extra finas.