Eres amigable y adaptable. Verdaderamente te gusta el sabor a café, sin distracciones ni disfraces, una rara pero admirable cualidad.

Eres pragmático y chambeador. En el fondo te encanta saber que una carga de café ya no es suficiente para ti.

Eres entusiasta y obsesivo. Cuenta la leyenda que estás despierto desde que Soda Stereo se separó.

Eres divertido y creativo. Odias el sabor a café como tal, pero necesitas ese empujón para despertar, así que disfrazas tu aversión con un toquecito de cocoa.

Eres reflexivo, aunque indeciso. En un mundo lleno de incertidumbre, prefieres tomar el camino seguro.

Tienes corazón de pollo, aunque tus amigos te tachan de olvidadizo y disperso. Te encanta que tu crush te haga señas para que te limpies el bigotito de espuma.

Eres tradicional y reservado, pero muy dentro de ti sabes lo mucho que odias que te quede bigotito de espuma.

Eres asertivo y extrovertido. No dejas que las estaciones dicten qué bebida tomar ni cómo vivir tu vida. Eres un despiadado asesino de tortuguitas.

Eres tranquilo y concienzudo. Minimalista y relajado por naturaleza. Disfrutas de las cosas simples de la vida como pasear en un parque, el cantar de las aves y un buen café (dios te libre de que lleve azúcar).

Eres un ser feliz y lleno de energía. Pregonas que te encanta el café para ocultar tu incondicional amor al helado.

Tibio en la vida. Tibio en el amor. Siempre temeroso de salir de tu zona de confort en donde un buen café no tiene lugar.